¡Como me embolan los museos!

 

¡Cómo me embolan los museos! Soy un tipo sencillo (y no me vengan con que “podes ser sencillo, pero que te guste el arte”, por favor), prefiero ver una buena portada de un disco de Pappo que un cuadro de Mussolini o como se llame. Pero la patrona es estudiada. Ella elige películas para pensar, yo Star Wars. Ella elige música de cámara (me corrigió mil veces hasta que aprendí que es “música de Cámara” y no de “camerata”, que “camerata” es la banda que toca la música, o algo así), ella prefiere ir a un museo y yo, quedarme en el sillón mirando la carrera de lo que sea.

Pero de vez en cuando, cuando una semana metí buena recaudación en el tacho, la hago que elija, a veces morfamos por ahí, a veces, al cine y a veces, a algún museo. Así que acá estamos, en el Malba mirando cosas que no entiendo y ella disfruta, se le iluminan los ojos, me habla de formas y colores y yo sonrío y asiento aunque no entiendo una goma. Ella está en otro nivel, nada que ver conmigo. Yo apenas termine la secundaria y ella arranco carrera universitaria, pero Alfonsín le saco las ganas, sueldo, tiempo y finalmente dejó de intentar. Pero encontró un buen laburo y gana en 6 horas más que yo, con 12 horas arriba del taxi…

Pero a veces se le nota en la cara las ganas de algo distinto. En un momento pensé que era yo, que un “yo” mejor, más estudiado, menos bruto, sería mejor para ella. Pero ella no piensa en eso, no. Me ama. No lo dudo. Cuando le cuento alguna historia interesante, se le ilumina la mirada. Sus ojazos marrones brillan y yo me enamoro más… así que me puse el ejercicio de leer cosas. Libros y diarios. Trato siempre de conseguir alguna historia. Un día se la inventé y ella me enamoró más.

Ahora, en el museo, tiene esa mirada que me la morfo.

Ya pasamos la etapa en que se odia por no darme hijos y yo me odio por no dárselos a ella. Ahora estamos más tranquilos, entendemos que los hijos no son todo (o casi) y tenemos sobrinos a los que amamos y malcriamos. No, no es lo mismo, lo sé. Pero los chicos son felices y nosotros, también.

Pero el Malba… no hay caso, me aburre. No entiendo, no sé y, siendo sincero, no me interesa saber.

Pero sus ojos, por dios. ¡Esos ojos!

Que se vengan mil Malbas, si eso me hace ver esos ojos. Total, después me pongo Pappo’s Blues 4…

Eso es poesía! “Quiero tomar un trago de cerveza fresca para mi sed. Hace calor en esta fiesta...”

¡Cómo me embolan los museos!

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